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本帖最后由 rmj 于 2021-11-3 21:40 编辑
https://www.youtube.com/watch?v=RX-FAXxJtSg
(Mi estética) no consiste más que en un monóculo sin cristal. Monóculo sin cristal con el cual yo veo las cosas de relieve, bien anotando todo lo que tienen de extraordinario. El monóculo sin cristal es la obsesión de mi servidumbre porque no comprende cómo se puede usar durante el trabajo.
Para los salones tengo como invención de última hora el monóculo de nuevo rico. Monóculo de nuevo rico que brilla bajo la luz espléndida de las arañas y que le da a uno un tono de barón. De barón de algo. Con estos dos elementos sencillos voy siguiendo la ruta de las cosas.
También dependen mis observaciones de cómo observo vis a vis la realidad de la vida. Por ejemplo, mis observaciones del corral. Yo se hacer el canto del gallo, que es una cosa que casi todo el mundo sabe. Pero estas otras cosas más sencillas del corral. Por ejemplo, este despertar en la tarde caliginosa de todo el gallinero (...) esta cosa lenta (...) esos gritos de locura que brotan del corral caliente por agosto (...). Que son alboroto de todo el pueblo. Que son la rabia con que se señala toda la dimensión del paisaje.
Todas estas observaciones de la realidad unidas a mi monóculo sin
cristal dan la base sincera de mi estética. Pero para los discursos
tengo otro elemento inapreciable. Elemento que lleva tras mí a las
multitudes, porque cuando se posee la mano convincente, la multitud
va detrás de esa mano. Cuando se dice a la multitud: "por ahí", la
multitud sigue ese camino. El orador ha de tener esta mano. Hinchazón
de la elocuencia. Y esta mano produce también un efecto sedante en
el público cuando le aconseja paz. Produce las grandes cuestaciones
cuando esta mano se dirige siempre a él en un son de petición.
Esta mano caza las ideas como mariposas, cogiéndolas en el ambiente
y redondeando la oración, gracias a cómo las ha cazado.
Esta mano sirve para señalar cinco razones, por ejemplo. Se puede
usar de ella para decir. "Por cinco razones tenéis que seguir este
camino", "cinco razones tengo para deciros esto". Todo el mundo,
ante tamañas razones baja la cabeza apabullado.
Esta mano sirve para en la tempestad del público calmarla plenamente. Y, por fin, cuando el orador ya está próximo al final de su discurso, sirve para preparar su planear. Porque esta cosa que tiene el orador de aviador, se remonta, parece que va seguro en sus palabras, de pronto se rompe la cabeza en una de ellas, señala la caída en barrena en esa palabra que le falla. Pero el orador que se domina espera el momento en que planear, y entonces su mano va trabajándose, va descendiendo, va señalando el párrafo final. Esto suele muy largo en los oradores porque buscan terreno a propósito, como también lo es en los aviadores que necesitan su terreno ad hoc.
El orador entonces ve que hay en la mesa un tintero o un vaso de agua. Tiene miedo de caer en el tintero o en el vaso de agua. Y entonces, con gran lentitud, para no caer tampoco en una pluma en punta, el orador, tomando sus medidas, concentrándose, coloca su mano sobre la mesa. |
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