Conceptualmente me recuerda a las fallas de Valencia. Sólo que en vez de quemar cientos de "parots" aquí se quema UNA sardina de papel ligero fácilmente prendible.
Hay que seguir a la gente hasta llegar a un lugar donde incineran a la pobre sardinita de 2 metros de longitud. Y una vez allí, le rodean contemplando cómo vuelan las cenizas. Los creyentes van vestidos de negro, como si fuera un funeral, o un entierro. Otros más divertidos se han hecho fotos derramando alguna otro gota de lágrima... ¡Hay que tener mérito!