Marta, estudiante de 25 años, comparte piso con Mario, desde hace cinco años. Aunque Mario es buena persona y le tiene un gran cariño, ella se queja de la falta de comunicación que existe entre ambos. “A veces siento que no tengo ni compañero ni amigo. Se aísla y se encierra en sí mismo y no comparte con nadie sus miedos, alegrías o inquietudes. No sé lo que piensa, ni lo que siente. Es como un muro difícil de franquear donde no hay puerta abierta al diálogo”, explica. Como le sucede a muchas personas, Mario tiene dificultades para identificar y comunicar sus sentimientos.
Analfabetos emocionales
Mila Cahue, psicóloga clínica de Álava Reyes Consultores, nos explica que este tipo de personas rara vez hablan de los acontecimientos en término de experiencia interna. “Sus relatos suelen ser descriptivos e insisten en el aspecto material de la situación. Sufren de alextimia, un trastorno caracterizado por la incapacidad del sujeto para identificar las emociones propias y, consecuentemente, la imposibilidad para darlas expresión verbal”.
El problema, al principio y frecuentemente, sólo es mental y emocional pero puede terminar volviéndose físico (conducta de tipo compulsivo, estrés). Esto es el resultado de guardarse todo para sí mismo y de no sacar fuera las emociones del organismo. Son “analfabetos emocionales” que actúan de una manera que se les revela dolorosa y difícil.
Parecer menos vulnerables
Uno de los factores que nos hace reprimir los sentimientos puede ser la educación que hemos recibido. Hay familias donde el modelo de aprendizaje inculcado favorece la expresión de los sentimientos tantos positivos como negativos. Otras, al contrario, intentan esconder las emociones, basándose en que siempre hay que dar buena imagen o que que los sentimientos son de uno y que hay que intentar no mostrarlos.
Pero la mayor barrera que se opone a la intercomunicación, según Carl Rogers, un famoso psicólogo americano, es nuestra tendencia natural a temer los juicios de otras personas. Algo en lo que coincide Mila Cahue: “Esconder los sentimientos es una estrategia que se puede utilizar para parecer menos vulnerables: al no identificar los otros nuestro estado de ánimo, nos sentimos menos manipulables”. Una gran inseguridad y una baja autoestima generan este silencio.
Combatirlo no consiste en exteriorizar todo de la noche a la mañana, sino tomar conciencia, que experimentar sentimientos y emociones no es una ninguna vergüenza. Se trata, simplemente, de algo humano.